MÚSICA Y POLÍTICA
Curiosa visión del presidente Santos
El presidente Juan Manuel Santos, durante su discurso en Brown University, Estados Unidos, el pasado abril, con el propósito de destacar la importancia y el aporte de Latinoamérica en el panorama mundial escogió referirse a los intelectuales y artistas que tan bien nos representan. Un personaje como Santos, con una educación académica notable, sabe bien que pocas cosas, como el producto de nuestros más notables cerebros, pueden ser motivo de orgullo para promover al continente con una imagen de sólido contenido.
Entre muchos notables, Santos citó a ganadores del premio Nobel Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, Octavio Paz y Mario Vargas Llosa. Continuó con escritores no menos celebrados: Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Julio Cortázar, Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti y Carlos Fuentes.
Hablando acerca de arte, mencionó la importancia de muralistas mexicanos como Rivera, Orozco y Siqueiros; de los también mexicanos Frida Kahlo y Rufino Tamayo; de los uruguayos Joaquin Torres García; los chilenos Roberto Matta y Claudio Bravo; el cubano Wilfredo Lam, o el colombiano Fernando Botero.
Sobre los cineastas destacó a los mexicanos Alejandro González, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro; los brasileños Fernando Meirelles y Wálter Salles y al colombiano Rodrigo García.
Nuestra literatura, pintura, escultura y cine fueron subrayados con propiedad, contundencia y abundantes referencias.
Cuando le tocó el turno a la música, y se esperaba una lista de compositores e intérpretes de la talla intelectual de los anteriores, el presidente dijo: “Y por qué no evaluar la contribución latinoamericana a la música? El bolero, el tango, la samba, el mariachi, el vallenato y la salsa están mostrando al mundo la pasión de los latinos. Las canciones de Shakira, Juanes, Mariah Carey, Jennifer López, Christina Aguilera, y Gloria Estefan serían impensables sin su herencia latina”.
Nadie puede decir que lo dicho no sea verdad. Lo es, y de manera incontestable, pero qué omisión monumental!
Por mencionar sólo unos pocos olvidados: los argentinos Alberto Ginastera, compositor, Daniel Barenboim, pianista y director de orquesta y Julio Bocca, bailarín; los mexicanos Carlos Chávez, compositor y Rolando Villazón, tenor; el brasileño Heitor Villalobos, compositor; el peruano Juan Diego Flores, tenor, el venezolano Gustavo Dudamel, director de orquesta, todos de enorme prestigio mundial. Además de los músicos talentosísimos y entrañables que cultiva-ron la música popular como expresión profunda y auténtica del alma de nuestros pueblos festivos pero también profundos, poéticos, inteligentes y reflexivos como el cubano Silvio Rodríguez, el brasileño Caetano Veloso, la chilena Violeta Parra, la argentina Mercedes Sosa y la peruana Chabuca Granda.
La curiosa visión de Santos puede deberse a razones calculadas políticamente o sencillamente a que escucha sólo la música latinoamericana que se vende como producto de consumo masivo. No lo sabemos. Lo triste es que refleja la posición de muchos ciudadanos del continente, que ignoran nuestra música culta y elaborada, o si la han escuchado, la detestan como a una molesta incomodidad.
ACA SECA TRÍO
La conmovedora modernidad del folklore argentino
Gianfranco Soligno, César Rojas, Osmar Ballesteros y Ángelo Jové. |
El folklore argentino acompañó por décadas, en el pasado, a alguna juventud sensible boliviana. Las novedades nos llegaban regularmente; desde el sonido coral ausente de Hanca Hua, la potencia de voces y arreglos rítmicos del Quinteto Vocal Argentino, el encanto de timbres vocales educados y amables de Las Voces Blancas, las casi místicas resonancias del Cuarteto Zupay hasta el increíble “Buenos Aires 8” que emulando el virtuosismo acrobático de los Swingle Singers elevó el folklore a la categoría de música compleja que apelaba no sólo a las emociones sino también al intelecto.
En el camino, uno podía encontrarse con las fulgurantes corcheas de la guitarra de Eduardo Falú, del piano de Ariel Ramírez, de los bombos de Domingo Cura y como si fuera poco, las entrañables y universales voces de Mercedes Sosa y Teresa Parodi entre muchas otras. Cada uno aportando con ingredientes propios, pero engendrados en la tierra, portadores de los aromas encantadores de la experiencia rural, que curiosamente se introducían sin paliativos en nuestro espíritu urbano... boliviano.
En la década de los noventa, perdimos el contacto. Lo que antes podía encontrarse en las disqueras había desaparecido. Nos quedó la impresión de estas valiosas especies nativas habían sido exterminadas por plagas asesinas venidas del caribe tropical, festivo, banal, bullicioso, barato.
Pero no! no, no no! No tienen la difusión de antaño, pero han sobrevivido y no sólo eso; han evolucionado maravillosamente.
Una buena y bella amiga mía, como antes hacíamos, me ha prestado un aparejo que contiene decenas de piezas de este extraordinario trío, con el que sostuve la más reconfortante tertulia.
Aca Seca Trío ha heredado las virtudes de los grandes. Guitarra virtuosa, piano nostálgico, percusión poderosa, voces amables, elocuentes afinadas y armonizadas, que nos dicen poemas que inundan el alma con un sabor agridulce. Todo está ahí, engrandecido por el uso de un lenguaje moderno, disonante y misterioso que les permite una educación académica que los ha codeado con Bach y Stravinski.
Y como antes solía hacer, llamé a mi amigo Ramiro para contarle que había vuelto a conversar, largo y sabroso, con el ángel del amor.
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