OVACIÓN Opinión Cultural

OVACIÓN Opinión Cultural
Se publica en El Deber los sábados
Contiene comentarios y notas sobre la actividad artística que se lleva a cabo en Santa Cruz de la Sierra y Bolivia

domingo, 28 de agosto de 2011

OVACIÓN 068 Carlos y Susana Laredo - Casa de la Cultura

CARLOS LAREDO Y SUSANA LORENZO
VIOLÍN Y PIANO QUE SE ENTIENDEN
En la Casa de la Cultura se presentaron Carlos Laredo y Susana Lorenzo. Esposos; boliviano él y argentina ella, conforman un dúo de especiales características por su entendimiento y perfecta sincronía.


Se afirma que un cuarteto, un trío o un dúo, son el mejor grupo de amigos. Pero si el dúo está conformado por marido y mujer, que es el caso de varios conocidos conjuntos, la familiaridad y la profunda compenetración espiritual pueden llegar a ser factor que incide directamente en su calidad expresiva.

No es posible ignorar esta condición en el dúo Laredo-Lorenzo. Su entrega sobrepasa la propuesta musical de tempos y dinámicas para expresar ante todo, el sentimiento que los une. La experiencia de escucharlos, entonces, es doblemente grata porque se está ante la presencia de dos excelentes concertistas y también dos personas que se aman. Eso es evidente y verdaderamente grato. La música no hace más, ni menos, que expresar y exaltar esta realidad.

El programa del concierto, estuvo conformado por varias obras cortas: “Miniaturas de ayer y hoy” que pueden agruparse en tres sectores: el primero, con la Sonata en La mayor de Vivaldi, es música intelectual, interpretada con pulcritud y serenidad. Con este inicio, los concertistas tuvieron la oportunidad más propicia para mostrar su calidad técnica y el dominio de sus instrumentos. El segundo, con obras como Meditación de Massenet y Melodía de Orfeo y Eurídice de Glück, son piezas que nacieron en el corazón y a él van dirigidas. Acá es donde con intensidad, violinista y pianista reflejan su mundo interior, para encender en el público emociones íntimas y gratificar su romanticismo. El tercero, con piezas como Milonga de Ginastera, Poema Indio de Palmero y Los Mareados de Cobian, se internan con destreza en el campo de la música popular argentina y boliviana para explorar entre colores, sabores y aromas rurales y urbanos de estos países. Otro tipo de amor expresado también con sentida emoción.

Carlos Laredo nació en Cochabamba, en el seno de una familia que ha legado al país músicos de trascendencia mundial. Fue Concertino de la Orquesta de Cámara Juvenil, del Ensamble Musical y de las Orquestas Sinfónica y Filarmónica de Buenos Aires. Junto a Alberto Lysy, fundó junto la célebre Camerata Bariloche. Tocó en la Orquesta Gulbenkian de Lisboa, presentándose en varios países de Europa y en Estadios Unidos. Fue concertino de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Basilea, Suiza, con la que actuó y grabaó para Radios de Suiza, Francia y España. En Cochabamba formó parte del prestigioso Trío Apolo. A partir de 2004 conforma el presente dúo con su esposa Susana.

CRÓNICA DE UN CONCIERTO
En la Casa de la Cultura

Casa de la Cultura
El concierto de Laredo y Lorenzo estaba programado para las 8 de la noche. Minutos antes, un nutrido grupo de asistentes se agolpaba ante las gradas de acceso a la sala. La gente acalorada, se procuraba algún aire refrescante con un improvisado baquitú de papel. La puerta se abrió 20 minutos después de las 8, ante los aplausos y silbidos con que la incómoda concurrencia hacía notar su fastidio. Esa puerta tiene medio metro de ancho y permitir el acceso de tanta gente apurada por ahí, resultaba tarea más bien complicada. La dama “colaboradora”, según sus palabras, que estaba a cargo del ingreso no atinaba hacer nada, hasta que un astuto joven notó que la segunda hoja de la puerta, que no se abría, estaba atada con un alambre que él mismo procedió a quitar para facilitar el flujo de los asistentes al concierto gratuito.

Una vez todos en sus asientos, el acto tardó todavía varios minutos más en iniciarse. Con la música en progreso y durante todo el concierto, la gente, sin control alguno, entraba y salía por las tres puertas de la sala: la principal y las dos laterales. Alguno de los movedizos lo hizo varias veces, sorteando rodillas y pisando uno que otro pie. Los poco pulcros hombres de la prensa, circulaban por la sala disparando sus “flashes” a discreción. Uno de ellos, no dudó en orientar sus deslumbrantes descargas hacia el público, seguramente por encargo de algún connotado asistente. El viento cruceño no quiso faltar a la cita y sumando con especial violencia su papel conspirador, golpeaba las puertas que nadie aseguró.

El único personal de la Casa presente, pero ajeno a los acontecimientos, era el de servicio, que no tiene autoridad ni criterio para imponer algún orden.

La posibilidad de concentrarse en la sutil música que venía del escenario para gratificar el espíritu, quedó casi sepultada en esta montaña de incidentes. Es peculiar la forma en que hacemos las cosas por acá. Sucede con matices a favor unas veces y en contra otras. Sin dudas, es ya un estilo propio.

domingo, 21 de agosto de 2011

OVACIÓN 067 Bellas Artes - Aida McKenney

BELLAS ARTES
Celebrando 34 años de música
El Instituto Superior de Bellas Artes festejó su trigésimo cuarto aniversario con dos conciertos en los que se presentó lo mejor de su alumnado. El efecto favorable del trabajo de esta institución se deja sentir en Santa Cruz.

Conjunto de saxofones. Grupo destacado de Bellas Artes
En Santa Cruz se ha vivido en los últimos años, un incremento substancial de la cantidad y la calidad de músicos que ejercen su oficio en diferentes espacios. Orquestas, conjuntos y solistas que se escuchan en salas de concierto, iglesias y locales de esparcimiento. Donde suena algún grupo musical de calidad, interpretando música clásica, popular o folklórica, es infalible que allí esté presente un egresado del Instituto Superior de Bellas Artes, a cuya labor educativa se debe casi exclusivamente este fenómeno tan positivo.

Ya quedan lejos en la memoria los ochentas de Daniel Perego, el empeñoso profesor argentino que enseñaba a tocar el violín a algunas de las primeras generaciones de violinistas cruceños. Se organizó inclusive una pequeña orquesta, tal vez la primera  en su género en Santa Cruz.

A pesar de que el Instituto cumple ahora 34 años de existencia, no son tantos los que transcurrieron en el escenario de profesionalidad que hoy está pisando. Las artes adquieren sus mejores perfiles en una sociedad que las cultiva por largos períodos de tiempo. Bellas Artes es, en ese sentido, nada más que un infante que acaba de nacer y como muchos neonatos bolivianos, no tiene la vida ni asegurada ni suficientemente asistida.

Bellas Artes comenzó en su momento a formar pianistas y violinistas. Poco a poco se ha ido sumando la enseñanza de instrumentos de las familias de la madera, los metales y la percusión en géneros diferenciados entre clásico, popular y folklórico. El panorama educativo se completa con la formación de coros y orquestas clásicas y folklóricas que prometen mucho.

La interacción de Bellas Artes con las iniciativas de formación de orquestas que emergen en Santa Cruz, es poco y mal comprendida. Ayudaría saber que un joven que no ha terminado satisfactoriamente su formación, sobre todo en el área de la técnica instrumental, no puede pasar a tocar en una orquesta, un repertorio para el que no posee habilidades suficientes e interrumpir así su aprendizaje. Esto distorsiona la percepción del concepto de profesionalidad en el estudiante y garantiza la mediocridad de la orquesta.

Congratulaciones para el Instituto Superior de Bellas Artes.

AIDTA McKENNEY
Una vida dedicada a la cultura cruceña

La Sra. Aidita McKenney pertenece a una generación de cruceños audaces y determinados que hace ya algunas décadas, cuando la actividad cultural en nuestra ciudad se hallaba desatendida, tomaron bajo su responsabilidad la tarea de impulsarla.

Las principales instituciones culturales de Santa Cruz contaron con su aporte siempre desinteresado, rasgo personal que va pasando a la historia en nuestro país que muchas veces da la impresión de retroceder en lugar de avanzar. Estuvo vinculada con la creación de la Casa de la Cultura y fue presidenta de su directorio por muchos años. Fue fundadora, directora y cantante del Coro Santa Cecilia, una entidad pionera en Bolivia y prestigiosísima en su tiempo, que ahora casi no da muestras de continuar con vida. En su momento, Aidita se avocó exclusivamente a la dirección del Instituto de Bellas Artes, consiguiendo su consolidación institucional y erigiéndolo como el principal establecimiento educativo musical de la región. Un mérito muy señalado, en este emprendimiento, ha sido saber rodearse de personal capacitado profesionalmente para estructurar su sistema organizativo y académico. La tarea no fue ni es nada fácil, porque en nuestro medio se arrastran comportamientos propios de estructuras sociales atrasadas, poco habituadas a una praxis contemporánea, eficiente, organizada y efectiva.

La labor de Aidita ha sido entonces más difícil, porque además de luchar contra la generalizada insensibilidad de las instituciones públicas y privadas que tienen la obligación de apoyarla, ha debido muchas veces enfrentar la incomprensión y la resistencia dentro de sus propias filas y ha terminado por ser una educadora cuya acción excedió los límites de lo académico, para intentar encausar a alumnos, padres y maestros por la vía del diálogo, la concertación y la responsabilidad.

Vaya en estos instantes de celebración un saludo a Aidita.



domingo, 14 de agosto de 2011

OVACIÓN 066 Cecilia Landívar - Ted Carrasco

CECILIA LANDÍVAR
Artista innata, rebelde por convicción y oficio, amable pornaturaleza. Canta con una intuitiva pero bella voz y encanta con los sortilegios de la noche cruceña, en un inglés que no necesita traducción

Cecilia Landívar es una dama de temperamento encendido, aguda inteligencia y enorme sensibilidad. Sigue con determinación invencible su ilusión de ser una artista del mundo.

La conocí muy joven, cuando tomaba unas clases de actuación y técnica vocal. Inmediatamente pude notar su espíritu inquieto e inconforme. Incapaz de someterse a disciplina alguna, poco dispuesta a obedecer órdenes y atender sugerencias; observando las formalidades con una sonrisa descreída, segura de sus convicciones no convencionales, pero tan suyas como su simpatía desbordante y su pertinaz rebeldía.

Hace poco escuché su excelente voz en un boliche de la noche cruceña; disputando la atención con el tintinear de copas, platos y cubiertos y con la imperturbable charla de los comensales. Poseída por su vocación de cantante, graciosa, ejercitando poses, guiños y ademanes sensuales que evocaban a las divas de Las Vegas en los sesentas.

Se acercó gentilmente a mi mesa para contarme que tiene un hijo, para volver a contagiarme su alegría caudalosa y brindar por la vida.

TED CARRASCO
EN LA MANZANA UNO

Leonardo da Vinci despreciaba públicamente a Miguel Ángel argumentando que, a diferencia del pintor, artista que ejerce su oficio en un ambiente ordenado, tranquilo y sereno, el escultor trabaja como artesano en el caos de las martilladas, el sudor del esfuerzo muscular y el polvo que todo lo ensucia. Pero cómo dudar del genio artístico del escultor que imagina y extrae de la piedra, figuras impregnadas de humanidad y fantasía.

Un hombre como Ted Carrasco que pisa los setenta con el vigor de la más auténtica juventud y con la sabiduría de una vida consagrada a su vocación artística no puede menos que calificarse de maestro y ser comparado con los más grandes artistas de nuestro tiempo aquí y en el mundo.

Ajeno por convicción a la escultórica universal de los grandes maestros que desde los griegos y romanos hasta los renacentistas marcaron las pautas de este arte, Carrasco tuvo la virtud de buscar sus motivaciones en las expresiones de la cultura boliviana y ciertamente ha realizado un prolífico trabajo que representa lo más sensible del espíritu nacional contenido en las entrañas de la piedra.

Nacido en La Paz y seguidor de la huella andina labrada en piedra Comanche por Marina Núñez del Prado, Ted Carrasco trabaja actualmente con granitos negros, nativos de esta zona oriental y tropical de la nacionalidad. Con toda seguridad su aporte será valioso.


domingo, 7 de agosto de 2011

OVACIÓN 065 Orquesta Patiño - Himno Nacional

ORQUESTA SIMÓN I. PATIÑO
Una escuela de práctica orquestal

El Centro Cultural Simón I. Patiño patrocina el desarrollo de un proyecto indispensable para la formación de músicos en los secretos de la práctica orquestal. Esta faceta educativa muy poco atendida en Bolivia, recibe así un importante aval.



El proyecto de la Orquesta Simón I. Patiño es una iniciativa concebida para educar músicos instrumentistas en las técnicas propias de la práctica orquestal. 

Hay que reconocer con gran satisfacción, que en Santa Cruz ya existen centros educativos como el Instituto de Bellas Artes que forman instrumentistas idóneos para casi todas las secciones orquestales: cuerdas, maderas, metales y percusión. Sin embargo, una vez que este material humano está formado en la técnica de su instrumento, no está necesariamente preparado para tocar en una orquesta, que es el último objetivo de su proceso formativo. Hace falta desarrollar habilidades complejas que se relacionan con la interacción entre los miembros del grupo orquestal y de éstos con el director. Y como toda destreza, debe ser desarrollada en el marco de un estudio sistemático, consistente y ciertamente largo. No es algo que se produzca espontáneamente al reunir instrumentistas a tocar juntos.

La música puede interpretarse de incontables maneras y con diferentes técnicas instrumentales. Lo que distingue a una buena orquesta, es que todos sus miembros tocan con técnicas uniformes, concertando meticulosamente sus movimientos y creando matices sonoros con iguales intenciones.

Además de los aspectos técnicos que se trabajan, los miembros de la Orquesta Simón I. Patiño se familiarizan con el repertorio orquestal y los conceptos y estilos interpretativos correspondientes a las distintas épocas a través de su evolución histórica musical. Se verá entonces cómo y por qué se toca de diferente manera a un barroco como Bach de un romántico como Verdi o de un moderno como Stravinsky, además de explorar en la música boliviana.      

La Orquesta Simón I. Patiño acepta, mediante audiciones selectivas, a músicos jóvenes que ya toquen adecuadamente su instrumento para darles la formación antes descrita y es, de esta forma, el puente imprescindible entre el estudiante sin experiencia y el profesional que forma parte de una orquesta.

La iniciativa corresponde a Miguel Ángel Salazar y Marvin Montes que desarrollan una exitosa actividad al frente de la Orquesta Municipal. El apoyo viene del Centro Cultural Simón I. Patiño que de esta forma participa en un proceso formativo importantísimo para sumarlo a los intentos de creación de un sólido movimiento orquestal en nuestro medio.

HIMNO NACIONAL

Carátula del manuscrito
de Vincentti
El compositor italiano Leopoldo Benedetto Vincentti, se hallaba en Chile cuando fue invitado a Bolivia por el Presidente Ballivíán para componer el himno Nacional. A la larga Vincentti se avecindó en la ciudad de La Paz y se casó con una dama boliviana.

La noche del 18 de noviembre de 1845, luego de trabajosos ensayos con las precarias bandas militares de la época, se estrenó el Himno Nacional en la inauguración del Teatro Municipal de La Paz. Al acto asistieron el Presidente de la República sus ministros, autoridades prefecturales, municipales y un público que colmaba el aforo del teatro.

Según relatos documentados, la canción se interpretó en su integridad. El coro emocionó a Vincenti, tanto que a sus ojos asomaron lágrimas. Los primeros versos, “Bolivianos el hado propicio...” para el maestro italiano eran sublimes y tenían una belleza que eriza los cabellos y enciende fuego en las venas.

La concurrencia estalló en aplausos y exclamaciones de júbilo que premiaron la brillante actuación coral. Una honda emoción se apoderó de todos. El mismo héroe de Ingavi, el presidente Ballivián, felicitó efusivamente a los autores y a los intérpretes del Himno.

Estuve infinidad de veces parado en aquel mismo escenario y daría cualquier cosa por remontarme en el tiempo para asistir a ese acto, ver de cerca a Vincenti y a Ballivián, tal vez cantar en aquel coro para después anotar aquí mi propio comentario.