OVACIÓN Opinión Cultural

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Se publica en El Deber los sábados
Contiene comentarios y notas sobre la actividad artística que se lleva a cabo en Santa Cruz de la Sierra y Bolivia

domingo, 25 de septiembre de 2011

OVACIÓN 072 Blanchart - Kollahuara

FRANCESC BLANCHART
un boliviano nacido en Cataluña

En la galería de arte de Los Tajibos, Francesc Blanchart expone una colección de pinturas plenas de imágenes que evocan la diversidad de sus viajes, sus sensibilidades y sus convicciones.


Francesc Blanchart nació en Premiá del Mar en la costa mediterránea de Cataluña.

La inmensidad del mare nostrum encendió su espíritu aventurero y lo lanzó a viajar por el mundo. La inmensidad de su incertidumbre existencial estimuló su espíritu indagador y lo lanzó a conocer el alma. Llegó a La Paz y se enamoró de esa ciudad, pero se estableció en Santa Cruz y se hizo un catalán boliviano.

Vinculado por afinidad con sacerdotes jesuitas, trabajó con ellos ayudando todo lo que podía al que lo necesitara, sólo por la sospecha de que eso era necesario. Sin aprehensiones ni prejuicios intelectuales, se ocupó alguna vez de la cocina del Palacio Quemado, para comprobar sin remedio la patética obscuridad de esos exóticos lares, trajinados por poderosos unos y por no tan poderosos otros; todos hambrientos, pero con una cualidad del hambre que no es la de un vecino del barrio que se sustenta precariamente y con mucho esfuerzo.

Francesc conoce sobre homeopatía, la medicina alternativa. Su entendimiento le ha despertado sin embargo más dudas que lo han vuelto a llevar una vez más ante la presencia de la obscuridad de este mundo poblado también por hambrientos que ejercitan otras estrategias y lucen otras máscaras para saciar su atávica necesidad.

Una luz ilumina sin embargo su camino: el arte de la pintura. Aquí refleja con el eclecticismo correspondiente, la diversidad de motivaciones y experiencias que han dirigido y sazonado su vida y también la diversidad de dudas con las que convive, como ocurre con todo hidalgo sensible y consecuente. No sorprende entonces que pinte un saurio imaginario tratando de coger delicadamente, como lo haría una noble dama con una fina hebra, una de las líneas del colorido tablero de ajedrez sobre el que reposa.

KOLLAHUARA
el inalterable folclore boliviano

Probablemente el primer grupo folclórico que tuvo vigencia y prestigio generalizados en Bolivia fue Los Jairas. Hacen más de cuatro décadas, cuando se reunieron Gilbert Favre, Afredo Domínguez y Ernesto Cavour, el púbico comenzó a familiarizarse con la música boliviana interpretada en los términos de tres jóvenes bohemios, sin educación musical formal -Favre era antropólogo- y con pocas calidades vocales e instrumentales. La empresa basaba su capacidad de penetrar en el gusto de la gente, en el hecho de despertar en ella, un bolivianismo vecino de la jarana pasada por alcoholes. Se exaltaba una sensiblería que se resume en aquel casi lloroso, insubstancial y poco poético “Viva mi patria Bolivia!”. A Los Jairas les siguieron a su tiempo y en la misma línea Los Caminantes del compadre Palenque, Savia Andina y Los Kharkas entre muchos otros.

Con matices, el fenómeno se repitió entre nuestros vecinos y a lo largo del tiempo y la evolución que éste provoca a su paso. Se pudo admirar, por ejemplo, la notable calidad vocal y las audaces armonizaciones de Las Voces Blancas y el Cuarteto Zupay; el maravilloso virtuosismo del guitarrista Eduardo Falú y del pianista Ariel Ramírez argentinos ellos; también a los chilenos Quilapayún e Inti Illimani, que inducidos por Luis Advis nos regalaron uno de los momentos más gloriosos de la música popular latinoamericana convertida en cantatas clásicas de poderoso contenido ideológico, elaboradas con maestría sobre poemas extraordinarios y tocadas y cantadas con sonoridades populares, pero también con calidades técnicas emparentadas con el más exquisito arte musical. La conmovedora y espectacular modernidad del folclore argentino fue descrita aquí en una nota sobre Aca Seca Trío.

Tengo en mis manos el último CD de Kollahuara, conjunto que nació hacen más de 30 años. Se perciben algunas novedades pero las cosas no han cambiado. Inalterable por la tierra avara, como la llama de Reynolds, persiste la precariedad de los poco profesionales folcloristas bolivianos.

Esta realidad extendida en nuestro país, motiva  muchas y variadas razones que la explican pero no la justifican de ninguna manera.

Qué lejos estamos del mundo!

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