Restauración del semblante urbano
EL ALTILLO BENI
La Dirección del Centro y Patrimonio Histórico del Gobierno Municipal encabezada por Jery Méndez y mediante proyecto de María Luisa Vázquez, ha entregado la restauración de “El Altillo Beni” devolviéndonos su orgullo.
No tiene las proporciones faraónicas de las pirámides egipcias, tampoco tiene los esbeltos arbotantes ni las fantásticas gárgolas de las catedrales góticas, ni siquiera tiene los aires señoriales de una modesta villa florentina. Pero, por favor! qué cosa más bonita! Cuánta nostalgia evoca, cuánto aprecio despierta con la simpleza de su estética española y cruceña y la economía de sus recursos. Cuánta vida cruceña transcurriría en su interior austero, cuántos peatones treparían agitados sus gradas únicas para guarecerse debajo de sus aleros ante las repentinas lluvias de lejanos veranos del pasado. Cuántos de los cruceños de hoy mirábamos con indiferencia sus perfiles alicaídos, dañados por el paso del tiempo, a punto de desfallecer. Y cuánta alegría de insondables orígenes nos inunda hoy al ver esta casi anónima edificación de la calle Beni, luciendo con orgullo sus mejores galanuras.
Es que el paisaje urbano forma parte de nuestros afectos y arraigos más profundos. Se trate de los más grandes y monumentales palacios en las grandes ciudades el mundo, o como por acá, de una arquitectura sencilla, representa el cúmulo de emociones y certidumbres que modelan nuestra espiritualidad, matizan nuestro talante y sustentan nuestro ánimo. En suma, el paisaje urbano es parte principal de nuestra identidad individual y colectiva; de nuestra cultura.
Toda ciudad que como Santa Cruz posee un pasado, corre el riesgo de perderlo con el advenimiento del progreso. Para muchos resulta tentador tirar una vieja casona y con ella nuestro propio contacto emocional con el entorno. Afortunadamente hacen años ya, se levantaban voces. Ahora se implementan planes para evitar el destrozo. El Gobierno Municipal ha conformado un pequeño pero muy eficiente equipo profesional y le ha dotado de recursos para evitar la pérdida y reponer el centro histórico de Santa Cruz.
Si los trabajos de restauración fueran musicales, sus autores habrían merecido una sonora ovación. Reciban dese aquí la nuestra.
ERICK CUEVAS
Una disyuntiva entre la trompeta y la realidad
Desde hace ya un buen tiempo, Erick Cuevas viene presentando al público cruceño una serie iniciativas artísticas: conciertos en los que toca su trompeta con las resonancias del jazz, conjuntos de metales que trabaja con jóvenes cruceños en la disciplina de la música clásica y el montaje de pequeñas obras de teatro didáctico alternando la actuación con la música, generalmente de buena factura. En todos los casos se puede notar su calidad como instrumentista y su enorme empeño por hacer.
Lo que uno espera de un músico talentoso y con estudios profesionales como Erick y muchos otros que circulan entre nosotros por el país, es escucharlo como solista delante de una orquesta, o como parte de un conjunto de cámara, regalándonos la mejor de las músicas y en algún tiempo libre que deje su trabajoso oficio de instrumentista, enseñando a las nuevas generaciones su técnica, su sensibilidad y su pasión por el arte. Pero en nuestro país eso no es posible. La totalidad de los músicos, los buenos y los no tan buenos, necesitan ganarse la vida haciendo todo menos estudiar su instrumento y perfeccionarse para entregar al público, como resultado de su intenso trabajo, el más maravilloso concierto.
En este escenario de cruda realidad, la ilusión desaparece, la disciplina se relaja y la mediocridad hace su ingreso triunfal entre las mejores líneas de nuestros ejércitos de hombres y mujeres inteligentes, creativos y talentosos que cultivan las artes.
Erick acaba de presentar en el Centro Patiño una obrita teatral didáctica que sus méritos tiene. Por momentos era posible escuchar calidades técnicas y aciertos interpretativos compartidos con jóvenes cruceños que se inician en este camino musical de vida. Pero no pude dejar de sentir enfado y frustración al ver a este talento desgastarse, corriendo el riesgo de terminar engullido por la triste realidad boliviana que como animal de presa antropófago, se encarga de desaparecer todo vestigio de calidad artística.
Algo hay que hacer para rescatar a los artistas bolivianos que representan el alma preciada de nuestra nacionalidad.
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